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En una visita relámpago antes de ir a Alemania para reunirse con la líder teutona, Angela Merkel, el presidente ruso, Vladimir Putin, asistió a la ceremonia de boda de la ministra de Exteriores de Austria, Karin Kneissl, el sábado 18 de agosto en Gamlitz. En la fiesta de boda de esta funcionaria austriaca, Putin fue el encargado de hacer el brindis en alemán, haciendo un discurso muy elocuente recordando una entrevista de Kneissl, en la que comentó que los dueños de perros de raza bóxer como ella, "valoran la comodidad, tienen sentido del humor y no es fácil hacerles perder los estribos", y bromeó también, diciendo que todas esas características son clave para la vida en Familia.
Pero no solamente dejó ver su dominio del alemán y sus virtudes retóricas, sino que también evidenció sus cualidades en el baile, y lo hizo nada más y nada menos que con la novia. Con un ritmo bastante particular, y con la mirada de todos los invitados y las cámaras puestos en él y en la homenajeada, el mandatario ruso concedió una pieza a la ministra de Austria , acto que no podía faltar en un día tan especial.
"En Rusia se suele desear a los recién casados entendimiento y amor. Lo hago yo ahora con mucho gusto y les deseo a ustedes buena suerte y salud en su futuro en común", aseguró Putin, añadiendo también que "por lo tanto, propongo brindar por su vida maravillosa en pareja", concluyendo su discurso en alemán.
Además de esto, el líder ruso se manifestó con regalos para los esposos, y con motivo de las nupcias celebradas, dio un espectacular cuadro con un paisaje rural, una extractora de aceite antigua y un “samovar” fabricado en Tula.
La presencia de Putin fue fugaz, solo duró una hora, puesto que debía dirigirse a Berlín para una reunión bilateral de suma importancia con la canciller alemana.
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